Charla con el Dr. Bernardino Oliva, responsable del Grupo de Trabajo de Tecnologías IBaMFIC, en torno a la Inteligencia Artificial (IA), su aplicación en Medicina de Familia y Comunitaria, y la digitalización de la salud.
Bernardino Oliva Fanlo, médico de familia y comunitaria, responsable del Grupo de Trabajo IBaMFIC de Tecnologías de la Información y la Comunicación, trabaja actualmente en la Unidad de Desarrollo de la Historia Clínica Electrónica de Atención Primaria, junto a un equipo multidisciplinar de profesionales integrados en la Coordinación de Sistemas de Información Clínica del Servei de Salut de les Illes Balears.
Fue noticia recientemente por su investigación publicada y premiada sobre las corazonadas en Medicina de Familia. Un trabajo que tiene intención de continuar, por su valor predictivo en enfermedades graves, y centrado ahora en el diagnóstico precoz de cáncer.
La actividad del Grupo de Trabajo en Tecnologías de la información IBaMFIC pasa por el análisis ante el auge, entre otros, de la Inteligencia Artificial (IA) en el entorno salud. Aplicada en la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria, él considera que quizás es una de las áreas donde su implementación o su papel es más dudoso. Lo dice refiriéndose a que el trabajo de los médicos y médicas de familia se mueve más entre entornos de incertidumbre, «y con menos datos objetivos a los que agarrarnos».
Reconoce que cuanto más esté protocolizado el diagnóstico o pronóstico de una enfermedad más útil podrá ser; para sacar diagnósticos más precisos o el tratamiento más adecuado. Pero reitera, no obstante, que el trabajo de los médicos de familia va mucho más allá de todo esto. Y «este es justamente el valor añadido que tenemos frente a la Inteligencia Artificial», constata.
«Los médicos y médicas de familia nos movemos mucho a partir de lo que te cuenta el paciente, con los síntomas, con sus expresiones, con el aspecto que tiene; con los datos ‘blandos’, más difíciles para los algoritmos», añade, refiriéndose a la digitalización.
La palabra digital, por otro lado, dentro del entorno salud, se ha ido generalizando, explica, sin que realmente sean digitales realmente muchas de la cosas del entorno en el que nos movemos. «Muchas tareas, aunque se hagan a través del ordenador, siguen siendo tan analógicas como antes, para bien y para mal», precisa. Y explica que «se introducen datos sin poder saber si lo que estamos haciendo en las consultas está dando resultados positivos». «Lo que realmente definiría a la salud digital -dice- sería toda la transformación digital del sistema, siempre que constituya una herramienta útil para mejorar la salud de la población».
«Los médicos de familia y comunitaria, generalistas, somos peores facultativos que los médicos, llamémosles focales, ante una determinada enfermedad, pero mejores a la hora de tratar a una población entera». Faltaría extraer de forma objetiva qué contribuye a todo ello, explica. «Y si lo digital nos puede ayudar a ver lo útil y lo que no lo es, fenomenal». Pero sin menoscabo del problema que supone la brecha digital, ante personas que tienen dificultades de acceso a las nuevas tecnologías y que hace que este sistema digital no presente las mismas oportunidades para todos o deje a algunos pacientes en clara desventaja, por ejemplo, a la hora de pedir cita.
Volviendo a su trabajo sobre las corazonadas en las consultas de Medicina de Familia y Comunitaria, el doctor Bernardino Oliva tiene pendiente de estudio ver si este valor predictivo variaría en la consulta telefónica, de la misma forma que lo hace, tal y como ha constatado, cuando el paciente no se exprese en su propia lengua al hablar de sus síntomas.
Desde su grupo de trabajo de tecnologías de la información y comunicación, por otro lado, trabajan con la idea de que la aplicación de la tecnología debe ser algo transversal. Y no descartan poder mantener un debate sobre Inteligencia Artificial en la especialidad con la participación de distintos profesionales vinculados a IBaMFIC y desde distintas áreas o perspectivas.